viernes, 31 de mayo de 2013

La modelo y el parapléjico


Te despiertas nuevamente y como siempre, ella ya se ha ido. Tocas el lado de su cama, las sábanas están frías; hace mucho se fue. Con dificultad te sientas en la silla de ruedas que está al lado de la cama. Comes el desayuno que ella te preparó. Contemplas la ciudad y te preguntas: “¿Cuándo volverá?”
Todos los días recuerdas el día que se casaron, fue hace cinco años, se amaban profundamente. Eres un reconocido periodista y ella una hermosa modelo. Vives en Italia. Ella desfila en las pasarelas más prestigiosas de Milán. Recuerdas que hace un año quedaste parapléjico por un accidente automovilístico. Afortunadamente, con el trabajo de ella podían vivir cómodamente.
Pero te sientes culpable, ya no te sientes cómodo. Los medicamentes se han encarecido. Ella se acuesta con el primero que le ofrece dinero, no por necesidad sexual, sino por el profundo amor que siente por ti; ella sabe que necesitas las medicinas.
Ves salir a una pareja de un restaurante, suben a un auto convertible y la imaginas en ese instante con algún miserable, pero la perdonas, es por amor, lo sabes, es por tus medicamentos.
Las imágenes del accidente pasan rápidamente por tu mente, una y otra ves, son fantasmas, te acechan, lloras, maldices el día en que la perdiste y perdiste la movilidad.
Ella llega nuevamente, extenuada, te besa la frente. Vuelven a la cama. Lloras en silencio, te duele todo, es decir, el alma y el corazón. El cuerpo ya no te duele.
Afortunado, si algo más te doliera, morirías instantáneamente. 

jueves, 30 de mayo de 2013

La desazón de Pablo


Mi nombre es Pablo. Leí El túnel de Ernesto Sábato cuando tenía 14 años. Ha sido el mejor libro que he leído en toda mi vida, sin duda alguna. No sé si está permitido enamorarse del personaje de una novela, pero María Iribarne me pareció la mujer más encantadora que he conocido, ella desencadenó en mí un particular gusto por las mujeres mentalmente inestables.
No sé si fue un error leer tan joven ésta novela, pero últimamente me siento un poco triste y angustiado. Tengo 20 años y no sé qué hacer con mi vida. A veces quiero ser exitoso, otras veces ser un ser humano normal: tener casa, esposa, hijos y dinero, otras veces deseo leer y viajar por todo el mundo. ¿Cuál es el camino más apropiado?
Me gusta la vida, no soy un potencial suicida, no lo crean. A veces camino por los campos de flores, para alejarme de la industrializada ciudad y respirar aire limpio, mi alma se llena de paz y serenidad. Me gusta el cine, me gustan los ojos de Sofía, el reflejo de la pantalla en sus ojos mientras esboza una leve sonrisa y cuando agarra mi mano con fuerza. Pero vuelvo a la realidad, a la cotidianidad, a las calles y veo miseria, todo me llena de nostalgia, el perderme unas horas de Sofía me causa una profunda desazón.
Siempre la he deseado, su cuerpo es armonioso. Pero un día estábamos en mi apartamento, la vi desnuda, su imagen me produjo náuseas, tuve que entrar al baño y vomitar. Me senté a llorar al lado del inodoro, no sé qué me pasaba. Esto nos ocurrió más de una vez. Sofía decidió dejarme.
Cada vez me siento más ambivalente, Sofía me hace falta. Un día salí a caminar por el centro de la ciudad y pensé en Juan Pablo Castel, ese desgraciado que creía ver a María Iribarne en todos los lugares. Esa maldita historia me quebró en dos. ¿No dicen que la Literatura es un arma contra la adversidad?
Ahora soy un náufrago, con el amor de Sofía perdido y con el oleaje hasta el cuello. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Los muñecos de Manuelita


Manuelita no recuerda cómo llegó a casa de su abuelo, pero allí estaba junto a él, en el viejo taller que estaba en el jardín, escuchando sus extrañas historias sobre África. El viejo había vivido en éste continente con diversas tribus cuando era joven, se notaba que el sol lo había maltratado en esta época, pues tenía la piel tostada. Con ellos aprendió todo lo relacionado con el vudú: aprendió a construir estos muñecos que encierran la efigie de un ser humano, éste queda reducido a un juguete de trapo y a merced de las manipulaciones de su creador; el viejo tenía ejemplares exhibidos por toda la casa, cada uno tenía un nombre. Manuelita solo reconoció uno, el de su abuela Martina.
Desde pequeña, su abuelo le decía que cuando tuviera edad suficiente le enseñaría a construirlos. Ella siempre tuvo grandes ilusiones de aprender esa extraña práctica. Sabía que esto requería de una gran responsabilidad y que debía ser discreta con el secreto de su abuelo, pues el gran poder que encerraban estos muñecos era inigualable, pero no lograba comprender por qué un muñeco tenía el nombre de su abuela.

Por eso estaba ese día con su abuelo en el taller, había llegado el gran día de Manuelita. Una tenue luz iluminaba el lugar. Llovía a cántaros y las gotas golpeaban fuertemente contra las ventanas. Había un denso olor a cigarrillo y a café que se combinaba con un extraño olor a tierra y a orines. Era media noche, Manuelita estaba un poco asustada y todo le parecía un poco fantasmagórico.

-       Abuelo, ¿por qué uno de tus muñecos tiene el nombre de la abuela Martina?
-       Manuelita querida, los muñecos también pueden controlar psicológicamente a una persona y por la salud mental de tu abuela tuve que hacerlo. – le respondió dulcemente.

Manuelita guardó silencio, estaba pasmada. Controlar psicológicamente a alguien ya era demasiado. Ella estaba convencida que la libertad de una persona residía totalmente en su mente, en sus pensamientos. Lo que le decía su abuelo la abalanzaba a una profunda reflexión. ¿Dónde reside entonces la libertad humana, si existen prácticas que pueden persuadir los pensamientos de una persona?

El elemento crucial es tierra de cementerio, Manuelita querida. Debes mojar la tierra con tus propios orines, si no son los tuyos, no funcionará. Cuando la tierra y los orines sean una masa homogénea, deberás empezar a darle una forma humana, moldea cada elemento del cuerpo, manos, pies, brazos, y luego junta cada parte. Cuando la forma esté terminada, recubre la masa con retazos de ropa de esa persona, busca que todo encaje perfectamente. Debes sentirte como Dios, pero no como un Dios soberbio. Busca la perfección de tu obra como los grandes artistas, por que un artista es una especie de Dios que crea sus obras y busca la inspiración desde lo más profundo de su ser. Así mismo debes ser tú, reinventa a esa persona y constrúyela a pesar que esté formada con tierra de cementerio.
Para que se conviertan en tus marionetas debes escribir su nombre en la parte de atrás y luego sumergirlos en una piscina de sangre, debe ser tu propia sangre. Déjalo secar al sol y tu obra maestra estará lista.

Después de algunos años y de haber construido infinidad de muñecos, Manuelita había perfeccionado su técnica y había sometido a algunas almas inocentes para practicar: una aguja clavada en los pies del muñeco para causar leves pero molestos dolores. Una aguja clavada en lo que correspondía al corazón y en la cabeza mientras le hablaba al oído del muñeco para controlar las pasiones y los pensamientos. Tres agujas clavadas en los brazos y pies para causar graves dolores. Diez agujas clavadas en todo el grupo para causar brutales torturas.
Finalmente, había aprendido todo lo que su abuelo le pudo enseñar, incluso, era mejor construyendo los muñecos y ningún sometido podía escapar de los deseos de Manuelita. Ella era capaz de doblegar la voluntad de quien quisiera, nadie se le escapaba. Sin embargo, todas sus víctimas en la época de aprendizaje fueron simples juegos, nunca se tomó en serio el propósito, ni buscó un objetivo definido, no había escogido a nadie con el deseo de hacerlo suyo, simplemente buscaba fines didácticos y de poca relevancia.
¿Quién será la primera víctima doblegada por toda la fuerza psicológica y física de los muñecos de Manuelita?

Ella estuvo enamorada toda la vida de un muchacho que vivía cerca de su casa, Manuelita siempre lo miraba por la ventana de su habitación escondida entre las cortinas, o se ocultaba detrás de los árboles del parque, mientras el muchacho conversaba con sus amigos sentado en una banca de madera.
Esa sería la primera víctima de Manuelita, quería tener el amor de ese muchacho, eso justificaba el acto macabro de controlar la mente de alguien, y es que para Manuelita, el amor estaba por encima de todas las cosas, incluso del sometimiento. Eso lo aprendió de su abuelo, que había sometido a la abuela Martina.
Manuelita hizo toda la parafernalia de los muñecos vudú. Cuando finalizó la construcción, clavó una aguja en el corazón y otra en la cabeza, como su abuelo le había enseñado. Le susurró al oído: joven apuesto, amarás hasta el cansancio a Manuelita Arcaidi. Y los efectos no se hicieron esperar. En un abrir y cerrar de ojos, el muchacho estaba en la puerta de su casa llevándole flores, regalándole deliciosos pasteles, declamando los poemas más hermosos y rasgando armoniosas melodías de amor en su guitarra.
Manuelita y el muchacho se casaron, viajaron por todo el mundo y se amaron hasta el cansancio, como ella lo había premeditado.
Un día, el joven se había ido a cumplir una cita de trabajo. Manuelita se había quedado sola en casa, cortando flores para decorarla y preparando un delicioso pastel de limón para cuando su amado llegara. Pero notó que en el jardín una porción de tierra era diferente, la hierba crecía de manera desigual, alguien estaba cavando huecos en su jardín. Ella cavó con una pala y se dio cuenta que había encontrado algo duro, algo que no se dejaba penetrar, era un extraño cofre. Lo desenterró cuidadosamente y lo llevó adentro. Al abrirlo, encontró algo horroroso, era una muñeca y en la espalda decía: Manuelita Arcaidi. 

viernes, 17 de mayo de 2013

2 MESES


Hoy de nuevo rondas más que todos los días. Debo confesar que hay días donde imagino de nuevo todo lo que pasó en esos tres largos días como si recién hubiera sucedido y no es fácil ni para mí ni para nadie y mucho menos para aquellos que fueron mucho más cercanos a vos de lo que yo alguna vez fui.

Creo que sigo impresionado de la ausencia tan grande que dejaste sin más y a veces pienso que nada de esto ocurrió. De hecho, pienso que estás en alguna playa, al otro lado del mundo sentado de vacaciones y pensando en regresar y siento de alguna manera un alivio que resulta efímero, porque la imaginación es traicionera y no me quiero ni imaginar las mil cosas que otras personas visualizan al imaginar un repentino regreso.

Pero he comenzado a aplicar algo. Trataré de no escribirte tanto con nostalgia ni tristeza, ¿Para qué?, si lo que más mantenías en la cara era la sonrisa y la alegría a tope. Prefiero mantener esta conversación lo más amena posible y expresar las cosas de tal manera que la alegría que nos dejaste a todos se sienta.

Tenes que saber que hiciste una gran diferencia y que todo lo que dejaste atrás vivirá hasta el fin. El sufrimiento sigue pero tus recuerdos permanecen fuertemente y sé que algún día todos volaremos y te encontraremos de nuevo.

Negro, no sos olvidado y la verdad creo que jamás lo serás. Espero que estés tranquilo donde quiera que estés, porque seguís siendo parte de cada uno de nosotros. Un abrazo, “Julito 80”.

¿Quién soy y a quién sueño?


Me miro en el espejo, veo mi reflejo y recuerdo que tengo una vida infeliz. Las mujeres dicen que soy hermoso. Mis “amigos” dicen que soy exitoso y que tengo todo el dinero del mundo. Esto me hace recordar que soy un empresario y tengo reuniones a las cuales asistir. No me siento cómodo con esta estúpida vida, lo tengo todo y al mismo tiempo no tengo nada. Todos los días me acuesto con la misma mujer indiferente, vacía y que desde las seis de la mañana está sumergida en maquillaje. Lo primero que habla al despertar es relacionado con moda o posesiones materiales que desea con efervescencia.
Jamás me he despertado con su amor.
Mi apartamento está repleto de muebles y electrodomésticos. Sin embargo, se siente vacío, el ambiente es frío y minimalista. Siempre me he sentido solo en este lugar.
Casi todos los días son prácticamente iguales. Me subo en mi carro convertible, voy hasta la oficina, atiendo un par de llamadas y reuniones y vuelvo a mi casa en la tarde. Al llegar, siempre encuentro a ésta mujer haciéndose mascarillas faciales o tostando su piel en la cámara bronceadora.
Simplemente quiero volver a dormir para soñar la verdadera vida que quiero, y no esta pobreza absoluta en la cual siempre me despierto. Me miro en el espejo, veo mi reflejo y espero que mañana sea otra persona.

Me miro en el espejo, en ese espejo roto que recogí en la basura. Mi aspecto es cada vez más deplorable, mi cara está totalmente ennegrecida, la suciedad se está empezando a colar por mis ojos y siento un ardor molesto. Me percato que estoy nuevamente en el basurero municipal. El hedor de la basura nuevamente vuelve a invadir mis pulmones. Anoche soñé que era un empresario exitoso y tenía todo el dinero del mundo. Tenía una hermosa esposa, no era muy inteligente, pero al menos era la mujer más hermosa que había visto en mi vida. El improvisado refugio de cartón que construí, se deshizo con la lluvia. Levanto la mirada y veo que dos vagabundos se están disputando las sobras de una comida que encontraron en una bolsa negra, la comida parece estar en descomposición. Uno amenaza al otro con una botella de vidrio, el otro lo amenaza con un cuchillo mal afilado. En el forcejeo se acercan mucho a mí y el hombre de la botella alcanza a golpear fuerte y contundentemente a su adversario, una de las esquirlas me causa una herida en el brazo.

Me levanto agitando y sudando. Me acerco al espejo y soy el hermoso empresario otra vez. Qué horrible sueño el que tuve. A veces no valoro bien mi vida. Agradezco que fue un sueño y vuelvo a la cama, le doy un beso a mi mujer sin despertarla.
Sin embargo, no puedo dormir, siento un leve ardor en mi mano. Enciendo la luz para ver qué me sucede y veo que las cobijas están manchadas de sangre y mi brazo tiene una extraña herida.

jueves, 16 de mayo de 2013

RAREZAS IV.


HORIZONTES.
(UN MOMENTO EN EL OLVIDO II)
Estaba dichoso de alegría. Sus ojos no pesaban más, sino todo lo contrario; estaban abiertos al mundo más que antes, inmerso en un nuevo camino que se dibujaba delante de él con líneas de luz.

En una de las numerosas conversaciones que tuvo con Emiliana durante el vuelo, hablaron de la ansiedad que ambos tenían por sentir la cristalina agua tocarles los dedos, sentir cómo les recorría la piel, mientras que un sol totalmente disímil al que había experimentado antes, los acariciaba suavemente.

¿Olvido?, ¿Adónde fue eso que llaman olvido cuando uno ni sabe que se ha perdido?, cuando se vuela en una nube que surca un sinfín de paisajes que ni la vida alcanzaría acoplar la mitad de ellos, pero la imaginación aparece para llenar todos aquellos inalcanzables lugares.

Él y Emiliana se encontraban en una cabaña cerca al mar y lejos de toda civilización. ¿Qué importaba?, la vida pasaba lentamente y cada segundo se había convertido en vida completa desde el momento en que llegó. Era la calma que necesitaba, la lejanía y un suceso de coincidencias que cambiaban el gris que rodeaba su vida. Todos los fantasmas se perdían con el tiempo. Emiliana: la mujer del o que poco se sabía y que aún así había dado un giro drástico a la vida de Él con tan solo una sonrisa y una mirada.

A veces no basta el tiempo que permanece una persona, sino momentos específicos, momentos que rayen el alma, la piel, que dejen una huella que provoque tan solo sonrisas.

Se dice que Él y Emiliana pasaron un mes en Indonesia disfrutando de la soledad y siguieron recorriendo el mundo, dejando un momento en cada uno de ellos, dibujando nuevos Horizontes.