Hoy
no realizaré un escrito novelesco como tal, pero aprovecho para disculparme por
mi notable y extensa ausencia. La inspiración no ha sido muy abundante
últimamente.
Hoy
realizaré ésta nota de desahogo para Resquemor, cosa que en realidad es el
propósito del blog; darle fin a mis rencores personales. Demos comienzo con la
analogía que dará fin a mis rencores, por ahora.
Me
he detenido a pensar que los Robles son árboles aparentemente grandes, fuertes
y resistentes. Aclamados por su dureza, por su presencia enérgica.
Tal
vez sea cierto todo esto. Tal vez es la realidad sobre estos tipos de árboles,
tal vez no. Lo cierto, lo más cierto de todo, es que son frágiles al filo de un
hacha y su caída es más fuerte y más estruendosa.
Todo
Roble, si se desea, puede llegar a caer fácilmente dando en la raíz apropiada,
y creo que he decidido tomar el hacha y sacarme las espinas que ha dejado este
desastre natural.
Lo
cierto es que me parece que estos árboles tan solo aparentan un exterior de grandeza,
pero al final solo están llenos de falsedad en su interior, apariencias nada
más.
Es
una nota corta, pero necesaria.No adornaré con bonitas palabras, pues lo único
que merece esta nota es el esparcimiento de el hastio y la repulsión que me llenan en estos
días, y he de decir que la lengua castiga al que la agita como una serpiente.
No desearé un mal alguno, solo sé que el arrepentimiento será suficiente para
que el árbol extrañe el lugar en el que una vez destruyó, dañó y entristeció,
pero del que espero algún día sea despojado.