Antes de iniciar,
quiero recalcar el reciente comentario que se lanzó en la página de facebook.
Recientemente, e incluso desde antes, llegan comentarios tales como (en jerga
popular): “Hey, escribí algo”. Quiero que disculpen mi grosería, pero creo que
no hay pago aquí para que se nos ordene cuándo y qué escribir. No somos sus
payasos personales, somos una corporación literaria sin ánimo de lucro y
abierto a todo el público, no por eso se nos debe tomar como sus esclavos. Si
tienen tanto afán, escriban ustedes. De nuevo, disculpen si soy grosero y no
todos deben recibir este pedazo dirigido. Es solo a unos cuántos. A
continuación, mi escrito.
La ira me ha estado
consumiendo de manera prominente, progresiva. He perdido los estribos y
posiblemente he llegado al límite. Mi cabeza necesita una revisión mental
pronto, pues el caos es tremendamente abundante en cuanto éste pequeño y
escurridizo duende sale a la luz y toma posesión de mi cerebro.
Miedo es la
evolución de éste duende, miedo a lastimar, a herir con mis manos o peor…Destruír
la felicidad con una palabra.
Qué clase de idiota
puedo llegar a ser sin posesión de mi razón, pues me doy cuenta que es todo lo
que tengo, todo lo que necesito para continuar las pasiones que me rodean y el
amor que se eleva día por día y hora tras hora.
Es ese demonio que
me consume en estos días, que me carcome, que me arrastra más y más bajo, como
si no hubiera fondo. Y sin salida, solo vislumbro la superficie.