Los personajes femeninos
de Alice Munro en su obra ‘Demasiada Felicidad’
Culturalmente se tiene la
infundada concepción que las mujeres son más débiles que el hombre, tanto
física como psicológicamente, y por ende tienen menos derechos o libertades que
él. Según la Biblia, y algunos dirán que es una metáfora, Dios sacó a la mujer
de una costilla de hombre, por lo cual debe estar subordinada a él;
permaneciendo en el hogar, educando a los hijos y atendiendo a su marido. (Si
en efecto es una metáfora, cabe la pena resaltar que ha permeado profundamente
en nuestras sociedades.) Incluso existe el paradigma que es peor el adulterio
en la mujer que en el hombre. Como decía Jaime Garzón: “Si un hombre está con
muchas mujeres es el ‘putas’, pero si una mujer está con muchos hombres es una
puta.”.
En
un pasaje de Ezequiel en la Biblia se augura el siguiente castigo para dos
prostitutas:
“Beberás de la misma copa que tu hermana, una
copa grande, ancha y profunda, llena de burla y desprecio, llena de ruina y
destrucción. Es la copa que tu hermana Samaria, con la que quedarás borracha y
dolorida. La beberás hasta el fondo y luego la harás pedazos y te desgarrarás
los pechos. Yo, el señor, he hablado; yo he dado mi palabra.” [1]
Incluso
la misma literatura ha adoptado una actitud misógina contra la mujer:
“Puto es el hombre que de putas fía,/
y puto el que sus
gustos apetece;/
puto es el estipendio que se ofrece/
en pago de su puta
compañía.” Desengaño de las mujeres. Quevedo. [2]
Por
otro lado, y trasladándose a un contexto más actual, se puede percibir cómo aún
la mujer tiene algunas trabas para acceder a diferentes ámbitos de la vida
social. Se dice que la dirección de las grandes multinacionales, en promedio,
lo ocupan en su mayoría hombres. Un país como Colombia, a pesar de tener más de
200 años de independencia, no ha tenido mujeres presidentas, las cuáles sólo
tuvieron derecho al voto en 1954 y en el resto del mundo a finales del siglo XIX
y parte de la primera del siglo XX. Incluso, sólo pudieron acceder a las
universidades hace relativamente poco. Sin embargo, las mujeres empezaron a
luchar por sus derechos a la par que el hombre: Olympe de Gouges, parafraseando
la Declaración de los derechos del hombre, escribió en 1791 lo que sería el
primer documento histórico de la emancipación de la mujer, la cual buscaba la
igualdad jurídica entre hombres y mujeres. [3]
En
el siglo XX, han surgido muchas líderes y filósofas en pro del feminismo y de
la reivindicación de las mujeres en la sociedad. A partir de los años 60, e
impulsado por el movimiento “hippie”, también se buscó la incursión del
anticonceptivo y del aborto con el fin de que las mujeres pudieran decidir
sobre su cuerpo, según argumentos que esgrimían.
Desde
la literatura algunas mujeres han escrito numerosos textos que buscan realzar
su imagen frente a los hombres. Esto escribía Sor Juana Inés de la Cruz en su
poema Redondillas:
“Hombres
necios que acusáis
a la mujer
sin razón,
sin ver que
sois la ocasión
de lo
mismo que culpáis:
si con
ansia sin igual
solicitáis
su desdén,
¿por qué
queréis que obren bien
si las
incitáis al mal?” [4]
En
el caso de este ensayo, Alice Munro, escritora canadiense a quien se le otorgó
el Premio Nobel de Literatura en el 2013, y quienes muchos consideran como la
‘Chejov’ contemporánea, se ha caracterizado por escribir libros donde la
mayoría de sus personajes son mujeres. Uno de sus más reconocidos libros, y que
toca la temática anteriormente planteada, es Demasiada Felicidad, un libro de 10 cuentos en el cual los
personajes principales son mujeres.
Munro
apuntaba lo siguiente en una entrevista con Lisa Dicler Awano :
“Alice Munro commented on charac-terization in her short stories by
saying: "[T]he whole mother-daughter relationship interests me a great
deal. It probably obsesses me. The way fathers obsess some male writers"
(Interview [Hancock] 215). Making that observation on the eve of the
publication of The Moons of Jupiter (1982), a short-story collection whose
treatment of female experience is frequently cen-tered in mother-daughter
relationships, Munro acknowledged her personal investment in one of the most
fundamental psychoana-lytic narratives of subjectivity-the loss of the mother
and the nec-essary repudiation of that loss.” [5]
El
contexto histórico del libro está situado a mediados del siglo XX, cuando las
mujeres ya podían trabajar, divorciarse e incluso estudiar. Es el caso de Nina,
el personaje de El filo de Wenlock,
la cual era una campesina que se va a estudiar filosofía en una universidad de
la ciudad, se encuentra con compañeras vanidosas y que incluso abandonan sus
carreras por vivir aventuras con hombres.
La
estructura narrativa del texto busca dimensionar desde todas las perspectivas a
la mujer, en esencia todos los aspectos de cómo ella ve la existencia; la
atmósfera que el lector vive y siente. De hecho es posible percibir el dolor de
los personajes, los vestigios de su pasado e incluso el desprecio de los
hombres.
En
un artículo de Amelia DeFalco se resalta que las mujeres tienen una capacidad
para contar historias:
“I read somewhere that
folklore was thought to be women's form of storytelling.
I think that's true,
that women who were not taken seriously, even after women learned to write, and
could write, perhaps were still telling stories. You know, women spend a lot of
time together, or they used to. And I can remember things that you did together
when you had huge suppers to feed the men. The men would be working in the
fields, and when they came in—this is in my childhood—you would serve them an
enormous meal. There was great pride amongst the women in how big and wonderful
the meal was, and then afterwards you had these mounds of dishes to wash. And
all this time, you're talking to each other. It's very important. But of course
that is all gone now. That is an old way—a rural way—and I don't know if women
still talk like this or not. Do women talk to each other? Are they encouraged
to or not? But wherever women get together, I think there's an urge to tell
stories, and there's an urge to say to each other, "Why do you think this
happened?" "Wasn't this a strange thing to say?" or, "What
does this mean?" Women have a tendency maybe to try to interpret life
verbally. Whereas a lot of men I know, or used to know, didn't have this urge.
They felt it better to go ahead and deal with what you were dealt and maybe not
wonder too much about it.”[6]
Este
es el caso de el cuento Dimensiones,
el cual narra la historia de una mujer que su esposo asesina a sus 3 hijos por
una enfermedad mental que padece. En el transcurso de la historia se va
develando el asesinato y al final uno sabe que ella lo visita en un hospital
mental. La protagonista nunca expresa palabras de odio hacia su esposo, y aún
se sigue conmoviendo con las palabras que él expresa. Una historia como esta
haría odiar a un hombre así. Sin embargo, es tanta la verosimilitud de la
escritura, que uno siente al personaje y termina comprendiendo las visitas que
le hace a su marido, y avalando el amor.
Munro no hace que sus
personajes mujeres sean mártires ni marginadas. Por el contrario, las hace
quedar como heroínas, que aman por encima de todas las cosas, padeciendo la
indiferencia de los hombres y demostrando mayor valentía, tenacidad y fuerza
que ellos mismos. Estas mujeres son excepcionales, como la misma
prosa y creatividad de Munro. Qué bueno sería que surgieran más y más mujeres
en todos los ámbitos artísticos