lunes, 14 de abril de 2014

Me pregunto si vos.


Es una de esas noches en las que me pregunto, mientras mi mirada va de esquina a esquina de mi techo, si esos ojos siguen leyendo estas letras. Y digo una de esas noches porque ha pasado un largo tiempo desde que no sentía el vacío y frío recuerdo que me dejabas en cada sueño al despertar.

Si bien, he sabido perdonar las cosas que me dañaron por dentro durante tanto tiempo, sé que sigo siendo preso de lo que una vez escribí, de aquella carta que el músico escribió a la niña, la cual jamás fue entregada y no sabremos el final de tan maravilloso cuento de hadas que terminó abruptamente en hastío inmenso.

No malinterpretemos esto como un deseo ferviente de volver al pasado. Todo está hecho y no cambio mi presente y lo que he logrado en él, pero sigo ahogado por un peso que no me deja salir del mar y que a medias me deja respirar.

Todo, absolutamente todo de vos ha cambiado, y de mí, pues ni qué decir. No soy ni la sombra de la formalidad que te abrazó en aquella tarde de octubre en el centro comercial. Pero a pesar de eso, soy feliz, muy feliz, pero sé que aún me siento condenado de lo que la mano dura castigó numerosas veces a lo más frágil que llegué a conocer y del desperdicio que después de tanto sacrificio, se fue de mí.

Me sigo preguntando si seguís leyendo estos vagos escritos donde no hago sino manifestar mi inconformidad hacia todo y todos, mis historias nauseabundas y fracasadas y mis prospectos de poemas que quizás solo inspiren a Cortázar a salir de su tumba para ahorcarme y decirme que no debería tener aberración por él, sino por mí.

Se rumorea en las calles que todo está bien, que todo está alegremente por esos lares, y es por eso que espero pacientemente en esta caja de metal que no me permite salir del mar de culpa que llevo cargando por tanto tiempo, que desearía escupir gota por gota y liberar todo lo que cargo el día entero.

Pero una cosa es cierta y es que llegará el día en que, de nuevo, las dos miradas, indiferentes, se encuentren una vez más y con paciencia puedan soltar todo lo que nunca se dijo, lo que quedó en una caja polvorienta, lejos de toda realidad, escondida en el odio más grande hacia lo que una vez fue feliz.


No pretendo recuperar amores perdidos, ni mucho menos, ni pretendo enmendar el pasado, solo pretendo mejorar el futuro.

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