Quizás han visto aquellas
personas que se meten en una jaula y luchan entre ellas para que uno de los dos
salga con la mano en alto, mientras que todos alegan que para ello se trata
sencillamente de tirar golpes al azar, pero en realidad, va más allá de eso,
pues no se trata de azar, sino de dedicación, perseverancia y paciencia. El
trabajo tras esa jaula es casi inhumano, las lágrimas son incontrolables, el
dolor no cesa, pero los frutos son la satisfacción en vida que aniquila todo
mal pensamiento durante el entrenamiento.
Para luchar se necesita
resistencia que mantenga la presión sobre un oponente que busca, igualmente, la
victoria. Se necesita fuerza, que no queden dudas en cada golpe que aterriza
con brutalidad en el oponente. Técnica, sin ella, la fuerza se pierde en
cuestión de segundos, la resistencia cede y nos provoca una hiperventilación
atroz que nos adormece. Corazón, pues no siempre saldrá todo como se espera, y
quizás todo falle, quizás no haya técnica, fuerza ni resistencia, pero con una
gran fuerza de voluntad, se levanta al caer. Y por último pero no menos
importante, respeto, al adversario se le ha de respetar en cada minuto del
combate, él ha pasado por el mismo infierno físico para estar en el mismo lugar
luchando, porque se sacrifica todo por la victoria y por ello, merece respeto
en todo momento, tanto en la victoria, como en la derrota, pues es un guerrero
más que luchó por su deseo.
No es lanzar golpes a manera
de rabietas infantiles y salvajes, es prepararse física y mentalmente para enfrentarse
a los miedos que uno mismo tiene en la mente y que acechan cada día.
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