DIVAGANDO (LEJANO VIVIR).
Hacía frío y las calles estaban desoladas, solo lo acompañaba las luces nocturnas. Sentía el ardor del Whisky mientras caminaba por las calles sin razón, sin rumbo. Esa fue su vida en los próximos meses.
Los rencores del pasado comenzaron a llegarle por escrito cuando una madrugada tocaron su puerta para avisar que era la correspondencia. Era una carta escrita por su esposa, que además de contener innumerables insultos, traía estampada una foto de ella teniendo relaciones sexuales con algún tipo.
Se sintió derrotado y vacío. De alguna manera sabía que al dejar la puerta de su hogar estaba haciendo algo que le haría feliz, destrozaría otra base de su vida, que a largo plazo lo iba a dejar a la deriva. Pero eso no lo sabía.
La sangre fue hirviendo lentamente y odio la posibilidad de que en ese mismo instante ese hombre estuviera recorriendo la piel de la que fue su mujer, comiera su comida, tocara en su piano, o pero aún, que le dijera un Te amo.
En la noche la puerta de su habitación suena, y de la puerta aparece ésta mujer de ojos y pelo castaños, boca suave, una nariz casi perfecta, alta y de caderas amplias. Sus piernas largas y sus pechos firmes. Era la que le iba a alegrar la noche por solo unas cuántas horas y unos billetes. –Vas a quedar exhausto-, dijo ella. Él sonrió, tomó su cigarro de Opio, y se dejó llevar en la niebla densa verdosa y miles de alucinaciones que vinieron a sus ojos a medida que su venganza emocional se desarrollaba con esa desconocida mujer.
Entre gemidos de placer y bocanadas de humo se perdió la imagen de su mujer, y supuso que su cometido había sido cumplido. La noche fue larga, casi eterna, pero no tardó en cerrar los ojos para despertar al día siguiente.
Una nota fue dejada la lado de su cama, decía: “Gracias por una noche inolvidable.”, con un beso en el costado de la hoja. La verdad es que no supo cómo sentirse, recordando aquellas mujeres que pasaron por el mismo lugar y que él no recordaba, pero algo era cierto, y era que esa mujer impregnó su cabeza desde el inicio hasta el fin de su cerebro.
Su mente estaba totalmente abrumada. El Opio lo había pateado en la cabeza y lo tenía aún somnoliento, desubicado. Intentó levantarse de su cama pero el mareo lo recorrió violentamente y lo hizo tambalear y caer en su cama de nuevo. Sintió la necesidad de ser abrasado de nuevo por la sensación. Entró en su baño, tomó una corta ducha, su chaqueta y salió a buscar en medio de la tarde.
Caminó unas cuántas calles y en una esquina, que aunque fuera de día se veía oscura, encontró un tipo que entregaba un pequeño paquete a un tipo demacrado, pálido, flaco y de barba larga. Fue directamente hacia él y preguntó al hombre que si por alguna casualidad tenía Opio en su inventario. El hombre asintió y le entregó un paquete a cambio de unos cuántos billetes. Le dijo que era de muy alta calidad, proveniente de los cultivos Afganos y procesada en el mismo país, encimándole por otros billetes más una pipa para fumarlo.
Se dirigió rápidamente a su casa y al entrar, apresuradamente formó su hazaña y fumó una bocanada profunda que inmediatamente lo hizo caer en la cama y a viajar por los lugares más retorcidos y desconocidos de su mente.
Tomó papel y lápiz y su mano se fue deslizando sin control y sin razón. Sabía que volvía a escribir después de tanto tiempo, desde que su mente se bloqueó en antaño, cuando vivía su rutina, y nuevamente, sus ideas volaban.
Continuará…