lunes, 23 de mayo de 2011

No entiendo

No entiendo aún el motivo por el que la gente actua de esta manera. No entiendo por qué tienen que pensar en sí mismos.

Ja, y hasta me resulta extraño pensar que creen que llegan a decir que con seguridad saben quiénes son, para dónde van. Pero al final, nisiquiera se han detenido a pensar bajo la tranquilidad de lo que el mundo les puede brindar, en ser hombres ordinarios.

¿Para qué sobresalir en un mundo donde nisiquiera el poder sirve para algo?, si al final de todo somos tan mortales como cualquier ser vivo en esta tierra, y al final, somos más frágiles que otros…No, no sirve el poder, no sirve la ambición…No, nisiquiera tienen idea de cómo encontrar una paz, y así tendrán una vida tormentosa llena de complicaciones…Al punto de perder la cabeza, más que cualquier loco existente.

No me he encontrado a mí mismo, pero tengo la conciencia tranquila de que al menos lo intento y no sigo por el mismo camino de aquellos que creen tenerlo todo, cuando ni se tienen a ellos mismo.

Una sociedad marchitada por el mismo hombre que dice que busca horizontes, y sí, en lo de horizontes es cierto…Pero lo único que hace es destruirlos por mejores propiedades.

Qué lástima ver a los niños crecer en un país en el que ya nadie sabe quién es, donde creen que están cuerdos, y al final, sólo son un manicomio descontrolado.

Árboles y sombras

Cuando yo nací,  aún solían haber árboles en las calles, esos árboles colosales  que proyectaban gigantescas  sombras, en las cuales desde pequeño me sumergía, en su frescura, en su grandeza, en su calma después de una tarde llena de juegos para descansar. Allí sentado escuchaba los pájaros cantar y veía las hojas secas de los árboles revolotear violentamente por el suelo por culpa del viento, veía pasar los carros y la gente, aquellos seres extraños que andaban como perdidos en la vida, que en ese momento parecían ir sin un rumbo alguno (después me enteré que iban a trabajar). También muchas veces, para sentarme a pensar en muchas cosas que aún no entendía y que sigo sin entender.

Ahora solo se ven pequeños palitos con tres hojas tristes y secas, en los cuales ya no me puedo sentar como antes, a disfrutar de esas cosas maravillosas como escuchar los pájaros cantar,  porque sencillamente no hay pájaros en la ciudad, ellos fueron brutalmente agredidos, por este fenómeno raro de los seres humanos de querer hacer las ciudades más grises y a mi forma de ver más tristes.

Ahora yo me pregunto, ¿donde los niños se esconderán de los adultos, del cansancio de los juegos y de este mundo cada vez más loco, sin un árbol colosal cerca a ellos? ¿Detrás de un televisor?, ¿Detrás de un computador?

Yo solo quiero una ciudad con más sombras de árboles.