2 de la madrugada.
Juan, apodado Juanito el loco, soltaba adiestradamente pintura de su lata, mientras
hacía un graffiti, al lado de sus amigos Carlitos y David.
Juanito creía en la
lealtad y la sinceridad hacia sus seres queridos, pero guardaba algo, algo que
en realidad contrastaba con la realidad en la que vivía día y sobretodo noche,
pues le ocultaba a sus amigos algo que sería considerado una deshonra en medio
del grupo.
Como era de saberlo,
Carlitos y David tenían sospechas sobre algo que ocultaba Juanito, pero no
hacían caso y se acostumbraron a que Juanito les negara entrar por la puerta de
su casa.
De igual manera,
mientras seguían con el acto, una patrulla se acerca rápidamente y comienza a
presionar a Juanito y sus amigos, empujándolos e insultándolos mientras miran
desenfrenadamente alrededor, asegurándose de que nadie estuviera asomado desde
el balcón con un celular filmando algo que seguramente iría a parar a las redes
sociales.
Juanito se pone
furibundo y alza la voz contra los agentes, objetándoles que tenía el absoluto
derecho de estar allí haciendo el graffiti, pero manteniendo el respeto y
conociendo los límites, pues por la educación que recibió de su padre, tenía claro cuál era el
límite que tenía la paciencia de la autoridad.
Pero los agentes
comienzan a tratar de hijueputas vándalos, descarados comunistas e incultos,
sacando, dos de ellos, sus bolillos y los demás, detenían a Carlitos y a David,
mientras les gritaban vulgaridades a los oídos. Los montaron a la patrulla y
los agentes que estaban apaleando a Juanito sacaron sus pistolas mientras le
descargaban 3 tiros cada uno. Se montaron a la patrulla y se desvanecieron en
la noche.
2:10 de la
madrugada. Al comando de la policía llega un llamado y el coronel Landázuri es
informado de un asesinato a un muchacho a manos de supuestos policías que se
acababa de llevar a cabo. Preguntó el coronel el motivo y dijeron que
escucharon alegatos por el grafitti que el muchacho hacía con sus amigos.
El coronel se monta
en una patrulla junto a otros 3 policías y van al lugar de los hechos, mientras
se seca el sudor frío de la frente, especulando e imaginando la cara de la
víctima.
Le dice al conductor
que acelere, mientras comienzan a meterse por los recovecos de los barrios.
Pensaba qué decir a los medios, en caso de que fuera verdadera la versión del
homicidio por parte de unos policías del comando.
Al llegar, los
servicios forenses andaban tomando nota de los hechos, mientras el coronel se
bajaba de la patrulla y veía bocabajo a un muchacho de unos 17 años de edad
tumbado con 2 tiros en las piernas y 4 en el torso.
Los policías
comenzaron a cercar el perímetro y el coronel se queda apoyado en la patrulla
esperando informes del forense. Le dice, “cuénteme”,
mientras el forense revisa los papeles y mira al cadáver. El coronel reclama
por el nombre de la víctima y el forense dice: Juan Landázuri.
Agradecimientos
a Mateo Escobar, por aportar la idea para esta historia.